Murallas, encantadoras plazas, palacios señoriales y el trajín de peregrinos que desfilan por la calle Mayor, cruzan su largo puente sobre el río Oja y siguen caminando hacia Santiago marcan el día a día de esta monumental localidad en la que da gusto hacer parada.
Como hacen los peregrinos (y también los que no lo son), lo primero en Santo Domingo es ver su catedral, que tiene su origen en una ermita construida por el santo Domingo García. Fue este quien en el siglo XI decidió abrir un hospital y un albergue para asistir y dar cobijo a los caminantes que seguían la Ruta Jacobea. Así nació la localidad. El retablo mayor plateresco, la renovada cripta con el mausoleo del santo y la torre exenta, que acoge un museo de relojes y campanas y un mirador, son las joyas del templo (catedralsantodomingo.com). Aunque lo más curioso, sin duda, es el gallinero que ocupan un gallo y una gallina vivos en recuerdo de un célebre milagro en el que intervino Santo Domingo. Las visitas se hacen por libre (7 €), con audioguías (1 € más) o guiadas (8 €). También se organizan otras nocturnas por su interior (12 €) todos los días.
LA CALLE MAYOR
El paseo por la calle Mayor nos invita a fijarnos en las fachadas de los palacios blasonados que se abren a ella, como la Casa del Santo, frente a la plaza de la Alameda, sede de una cofradía que sigue atendiendo desde hace siglos a peregrinos y reconvertida actualmente en albergue. También la de Lorenzo de Tejada, la de Martínez de Pisón o la que ahora ocupa la Bilbioteca Municipal, la Casa Trastámara, porque era aquí donde residía el rey Enrique de Trastámara cuando pasaba por Santo Domingo y donde murió en 1379.
A LA SOMBRA DE LAS MURALLAS
Después tenemos que ir en busca de sus imponentes murallas, de las que se conservan algunos torreones de 12 metros de altura, amplios lienzos y tres de las siete puertas que cerraban a cala y canto la localidad en época medieval. Podemos empezar en la antigua Puerta de la Puebla, que todo el mundo conoce como Las Bolas, seguir por la calle San Roque y llegar hasta la Puerta de Peregrinos. Tras pasar por el arco del Ayuntamiento y contemplar la torre del Palacio Samano, llegaremos a Las Traseras, el mayor testimonio de esta muralla que llegó a tener más de 1600 metros de perímetro.
LA PLAZA DE ESPAÑA
La descubrimos detrás de la catedral y más parece el prototipo de una plaza castellana, donde se levantan los edificios de la antigua alhóndiga, la cárcel (tel. 648 49 70 53, visitas de martes a domingo) y, el más monumental, el Ayuntamiento, adosado a las murallas y con una larga fachada con soportales y miradores.
HORCADITOS Y MILAGROS
Al final de la calle Mayor espera la abadía de Nuestra Señora de la Anunciación, donde, además de ver su iglesia y oír cantar a las monjas cirstercienses que lo habitan, podemos comprar los borrachuelos y el membrillo que elaboran (acoge un albergue y una hospedería). También podemos llevar como recuerdo los ahorcaditos o los milagros de Santo Domingo (dulces con forma de gallina) que venden en las pastelerías de la localidad y que, como todo en esta villa, tienen detrás una leyenda.
Fuente: Hola Viajes
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